Había una vez un niño muy desobediente, su madre ya no sabía qué hacer:
-¡Daniel, anda a hacer la tarea!-
Pero
Daniel se quedaba jugando es su cuarto.
-¡Daniel,
ve a botar la basura!-
Y Daniel seguía jugando…
Un día mamá regresaba de hacer las compras y se encontró con que Daniel había hecho la peor de las travesuras: botó agua por toda la casa y estaba jugando en el charco de la cocina.
-¡Daniel!
¿Qué has hecho? ¿Por qué malgastas el agua de esa manera? ¿No te he dicho ya lo
importante que es?-
-Solo
es agua mamá, y me estoy divirtiendo mucho-
-Tú
eres pura diversión y nada de trabajo, ahora me ayudarás a limpiar este
desastre-
-No,
me voy a jugar- dijo el niño y salió corriendo a su cuarto.
-¡Ay
qué voy a hacer con este niño!-
Era
de noche y la luna brillaba en todo su esplendor, la mujer se quedó mirándola a
través de la ventana. Tratando de calmar su ira y respirando con lentitud,
exclamó:
-¡Ay
Luna, Señora de los mares, ojalá Danielito aprendiera a valorar las cosas, el
agua, la vida, todo, ya no sé qué hacer!-
En cuanto terminó de hablar recogió el tobo, el haragán y el coleto y se puso a limpiar. Llevaba unos diez minutos en la faena cuando apareció frente a ella una mujer brillante de cabello plateado y ojos grises que le dijo:
-He
visto como sufres buena madre, pero no he intervenido porque hasta ahora mis
aguas no se habían visto afectadas, así que ahora si tengo permitido ayudarte.-
-Pero
¿Quién eres tú? ¿Cómo has entrado en mi casa?-
-
Yo soy la señora de las aguas y las mareas, la que vela en silencio por los
océanos y los lagos del planeta, soy la Luna, la eterna guardiana de la noche.-
La
madre vio su apariencia etérea y brillante, entonces supo que le decía la
verdad, de modo que únicamente le quedaba una duda que atender:
-Pero
¿Cómo podrías ayudarme?-
-Solo
te diré que tu hijo tendrá un sueño muy especial esta noche y mañana verás los
resultados-
Así
fueron las dos al cuarto del niño y lo vieron mientras jugaba. Entonces la Luna
se acercó a Daniel y le tocó la cabeza con su mano, acto seguido el niño cayó
dormido a sus pies, luego entró la madre que cargó al niño para acostarlo bien
arropado en su cama.
Ahora
bien, la noche de Danielito no fue tan tranquila como podrías suponer porque,
tal y como lo prometió la Luna, estuvo llena de aventuras que cambiarían su
vida para siempre.
Primero soñó que era una gota de agua que caía, como lluvia mañanera, en un pétalo de rosa. Luego se resbalaba al suelo, donde corría hacia un rio cercano, tenía miedo de llegar allí pero la gravedad lo empujaba. Antes de alcanzar el rio había una corriente de gotas que se derrumbaban chapoteando alegremente en el rio y, a pesar de sus esfuerzos, Danielito se unió a ellas, sintiendo cómo se transformaba en algo más grande y completo, ya que las gotas pasaron a formar parte de él y él de ellas.
Así
se unió al rio sintiendo la misma sensación solo que un poco más fuerte y
profunda. El rio lo llevaba con velocidad hacia un vasto mar, mientras el niño
sentía una alegre emoción. Se unió al mar y luego al océano, dónde pasó una
eternidad o así le pareció, entonces comenzó a hacer un calor abrazador y vio
cómo el agua empezaba a evaporarse a su alrededor. Él no quería pero sabía que,
tarde o temprano, tendría que hacerlo también, así que pensó:
-¡Qué
molestia que no puedo hacer lo que yo quiera!-
Sin
embargo, cuando se evaporó y pasó a formar parte de una nube pensó:
-No
hacer lo que yo quiera no esta tan mal después de todo-
Era
una sensación fría, aunque alegre y pacífica, hasta que el frio aumentó y cayó
al suelo como copo de nieve. Luego vio que su madre se acercaba sonriendo, lo
agarró y lo arrojó con mala puntería a
su papá, a Daniel no le gustó así que, cuando el padre lo sujetó para lanzarlo
hacia su madre, el niño gritó que lo dejaran en paz, pero como no funcionó
pensó:
-Ahora sé cómo se siente mi mamá cuando no le hago caso-
Los
adultos siguieron jugando con él lanzándolo entre ellos, mientras él seguía
suplicando que lo dejaran quieto. Por último lo agarró su madre y se lo llevó a
la cocina donde lo metió en una olla y comenzó a hervirlo.
Al
niño no le gustaba, así que empezó a gritar, pero su madre no lo oía mientras
se evaporaba lentamente.
De
pronto se encontró en un lugar oscuro y, cuando vio hacia abajo, descubrió que
era un niño nuevamente. Hacía demasiado calor y él tenía sed, así que empezó a
buscar a su alrededor algo de beber. Al parecer era un sitio cerrado y vacío.
Entonces, presa del miedo, Danielito se puso a llorar.
-¿Qué
sucede Danielito?- le preguntó la luna que apareció de repente.
-Aprendí
mi lección, debo obedecer a mi mamá y valorar más el agua- respondió el niño
desesperado.
-Muy
bien, entonces volverás a casa-
Danielito
despertó bien arropado en su cama, llamó a su madre y le pidió perdón por su
comportamiento. Más nunca Danielito desobedeció a su madre desde entonces.
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