Querían que escribiera sobre el querer ser y la
imposibilidad de ser, pero mis sentimientos son mucho más profundos. Querían
que escribiera sobre una patria desangrada y su llanto de risa, pero mi
necesidad expresiva no abarca tanto. Querían que escribiera en prosa largos
tratados ensayísticos sobre la impotencia del hombre ante las circunstancias de
la vida, pero mi pluma no quiere dejar aún el mundo de la poesía que apenas
comienza a explorar.
Aquellos tal vez me conocen mejor que yo, entienden lo
que realmente quiero y lo que me conviene; pero, la verdad es que mi pasión es
demasiado grande para solo enfocarse en lo que soy y lo que quisiera ser.
La verdad es que mi decepción y mi descontento, aunque
son sentimientos comunes en muchos venezolanos, son demasiado míos para
compartirlos con otros matices de otras voces. Y, si bien son reflexiones, solo
necesitaba decirlas, no filosofar sobre ellas. Por esto utilizo el género
predilecto de la primera persona.
La verdad es que mis reflexiones son extrañas, puesto
que se niegan a perderse en la locura de la reflexión. Solo son todo lo que yo
no puedo ser. Y en esa medida están un poco incompletas. Por esto pueden llegar
a parecer lejanas y desapasionadas.
El relato siempre se me dio con facilidad, por eso era
el estilo indicado para mis amigos, pero yo no quiero contar un suceso, solo
quiero hablar, solo quiero ser.
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