Los Guardianes de Drahasir, Capitulo I



El Gran Descubrimiento

L
a mayoría de las grandes leyendas tuvieron su origen hace mucho tiempo, tanto, que algunas ya fueron olvidadas. ¿Y cuántas veces no hemos soñado con un mundo mejor, lleno de magia y encantamientos y en el que nosotros volvemos realidad todos nuestros más maravillosos sueños?
Algo así pasó con Elizabeth, una chica que vivía en alguna parte del estado Miranda y que a pesar de su edad aún luchaba por mantener vivos todos sus maravillosos sueños de cuentos de hadas.
Ella tenía una hermana menor, llamada Karen, a la que le contaba todos sus secretos y con la que compartía una amistad indestructible.
Estudiaba quinto año de bachillerato y todavía veía su vida como un cuento de fantasía, tanto, que aseguraba que la magia de los cuentos, los dragones, las hadas, las sirenas, los hechizos, etc., realmente existían, detestaba a los magos de la televisión y pensaba que el nombre les quedaba grande; odiaba también a la gente que aseguraba tener poderes sobrenaturales, para ella todos tenían el nombre de farsantes.
Su mayor deseo era que algún día la magia tocara su puerta, soñaba con aventuras extremas en las que tuviera que dar lo mejor de sí para sobrevivir, con peligros y la magia de su lado.
Por fuera era una chica normal, amante de la música y que siempre tenía una sonrisa en la cara, tenía un novio que era de su misma edad y sentía que estaba perdidamente enamorada de él, pero en su interior guardaba el secreto deseo por temor a que pensaran que necesitaba una visita al psicólogo.
Un día, fue a la casa de su novio Jonathan para hacer la tarea. Era uno de esos días en que uno se despierta y siente que todo parece un sueño, como si todavía estuviera durmiendo, era sábado e ir para su casa era lo primero que hizo en el día:

-Y ahora te presento mi humilde morada- Le decía él con cierto orgullo frente aquella casa que tenía un amplio patio verdoso.

-¿Están tus padres?-

-Solo mi mamá, pero no te preocupes, ella es de las mujeres serviciales con las que, si tu actúas con respeto, te tratarán muy bien, además le he hablado maravillas sobre ti.-
       
Al entrar ella descubrió que Jonathan no se equivocaba. Su madre era una mujer de unos treinta y ocho años muy alegre y servicial, tanto, que cuando comenzaron a estudiar, parecía sentirse mal por no poder ayudar más, así que se fue a su cuarto dejando a los estudiantes solos en la sala.
De pronto se escuchó un ruido muy fuerte, como de vidrios rompiéndose, hacia las habitaciones.
Al escuchar este sonido, Jonathan se puso rígido y lanzó una mirada de miedo hacia donde se oyó el ruido.

-¿Qué pasa?- Preguntó Elizabeth al ver el angustioso rostro de su compañero.

-No, no te preocupes.- Respondió este evasivo- En mi cuarto hay un libro que nos ayudara con la tarea. Yo iré a buscarlo, tú quédate aquí. Si pasa mucho tiempo y no regreso es porque… estoy en el baño, así que no vayas a buscarme ¿ok?-

- Si pero ¿Qué pasa John? ¿Ocurre algo malo?-

-Tú solo quédate aquí ¿sí?, es que… tengo el cuarto desordenado y no quiero que lo veas. Por favor prométeme que te quedaras aquí ¿sí? ¡Prométemelo!-

-Está bien, lo prometo.- Fue la resignada respuesta de Elizabeth.

-Bien confío en ti-

La besó y se fue hacia las habitaciones. Ella quedó muy confundida después de esto pero decidió que lo más seguro era que había mal interpretado los hechos.
De repente, volvió a escuchar muchos ruidos extraños, como cosas rotas y muebles moviéndose violentamente, cada vez más fuertes, provenientes del mismo lugar que la primera vez.
Después oyó claramente la voz de Jonathan gritando: ¡mamá! Y luego no se escuchó nada más.

Ella estaba a punto de correr a las habitaciones para ver que ocurría, cuando de pronto apareció frente a ella un monstruo altísimo, sin pelo y con un solo ojo.
Elizabeth quedo petrificada del miedo, quería correr pero algo más poderoso que ella se lo impedía. Mientras, el ser grasiento se acercaba con la mano extendida hacia ella.
Cuando la hubo alcanzado tomó una cadenita que colgaba del cuello de Elizabeth, era de plata y tenía un diamante en forma de lágrima.     
En ese momento ella gritó y de un impulso golpeó el ojo del monstruo con su mano, acción que la ayudó a zafarse del bípedo que la amenazaba.
Todo pasó muy rápido, Jonathan llegó volando detrás del  monstruo y de un empujón lo hizo caer al suelo.
De pronto aparecieron como diez monstruos más, todos queriendo atacar a Elizabeth. Acto seguido, Jonathan apuntó a la horda de desapacibles con  una espada grande y curva como una hoz, arma que todas las alimañas de un ojo poseían.
Jonathan, que estaba frente a Elizabeth para protegerla, comenzó  a pelear contra todos como pudo, pero como eran demasiados le quitaron la espada con rapidez.
En el momento en que se disponían a acuchillar al muchacho que se interponía en su camino, Elizabeth gritó:

-¡NO!-       

Y todos los gigantes corpulentos que los amedrentaban salieron volando por los aires, golpeándose contra las paredes, como empujados por una fuerza superior.
Cuando Jonathan volteó, descubrió que Elizabeth tenia los iris de color  morado nazareno, como si fuera ella la causante de ese desbarajuste.
En el momento en que todo terminó ella comenzó a sentirse mareada pero aún así notó claramente como Jonathan lanzó una bola de fuego al monstruo que había estado desmayado por el empujón del chico, pero que ahora se estaba despertando.
Al recibir el impacto de la esfera, el cornudo gigante se consumió con rapidez y muy pronto solo quedaron sus cenizas en el suelo.

-¿Estás bien?- Preguntó Jonathan al ver la cara descompuesta de su compañera.

-Estoy mareada, veo el doble de lo que…- Respondió Elizabeth antes de desmayarse y caer al suelo.

Era difícil abrir los ojos después de un sueño así, pero tendría que hacerlo de todos modos cuando su mamá la llamara para ir al liceo, acción que, según sus cálculos, no tardaría en suceder.
Deseaba que eso pasara desde que era muy pequeña, tener magia había sido siempre su más grande deseo, pero era extraño el sueño, tan extraño como la realidad, aunque ya había tenido sueños que parecían muy reales y que no eran más que sueños, así que no veía por qué este sería una excepción.
Oía la voz de Jonathan  muy baja, entonces pensó que realmente había sido un sueño muy extraño porque nunca había ido a la casa de su novio. Puso más atención a lo que escuchaba para poderlo entender:

-Nunca me imaginé que sería así, ¿están seguros de que estará bien?-
     
-Si- dijo la voz de una mujer adulta, con un extraño acento- dentro de unos minutos la veremos despierta otra vez, solo fue mucha magia para alguien que nunca la ha usado-

Un momento, estaba soñando todavía o no entendía bien lo que escuchaba, se distrajo unos segundos pensando en eso pero no abrió los ojos, deseaba saber más y todavía no creía completamente en lo que oía, temía que si abría los ojos despertaría en su cama y descubriría que no había sido más que un hermoso sueño.

-¿…puede seg, Agtemisa?- dijo una voz femenina con acento Francés- pgobablemente no sabía lo que tenía pego todos usamos nuestga magia aun sin sabeg que es.-

-Es cierto,- respondió la mujer adulta con el mismo tono de voz, profundo y tranquilo, que había utilizado para dirigirse a Jonathan- el de ella es un caso diferente al nuestro, he tenido visiones sobre su vida, el suyo es más parecido al caso de Mathew.-

-¿Mi caso? ¿Quieres decir que a ella también…?- dijo un joven con un extraño acento que fue cortado en sus palabras por el resto de los que conversaban.

 -¡No debes decir nada!-dijo una voz femenina con acento árabe- ¡si eso es cierto significa que no lo sabe!-

Esto era demasiado para aguantarlo, abrió los ojos violentamente y descubrió que estaba rodeada de una docena de personas entre las que estaba Jonathan, sentado de cara a la cama.

-Lisy, ¿estás bien?- pregunto Jonathan preocupado.

-Sí, me duele un poco la cabeza pero estoy bien, ¿en dónde estamos?-

-En la torre de los guardianes, y estos, son los guardianes de la magia en el mundo, magos y brujas de todo el mundo encargados de proteger la magia del planeta, ¿Qué te parece?-

Tardó unos cuantos segundos en responder mientras veía a su alrededor desde el techo y las paredes de metal, a los personajes que la rodeaban.
 A su derecha estaba Jonathan, con su maravillosa mirada y el cabello liso, casi rubio; a su lado derecho estaba un joven de hermosos ojos grises, que tenía el cabello largo pero muy moderno, del mismo color  que el de Elizabeth, castaño oscuro. Al lado del joven estaba un hombre muy rubio de ojos azules muy claro que estaba entre los 25 años; junto al hombre se sentaba una mujer, alta y delgada, debía tener la misma edad que el hombre; posterior a ella estaba una mujer que debía ser asiática por su diminuta contextura física y por sus ojos negros y achinados; después habían dos mujeres muy jóvenes e idénticas con la piel morena y los ojos y el cabello negro azabache; seguidamente se sentaba una mujer que parecía venir de la india por sus rasgos físicos; a su derecha se encontraba una mujer rubia de penetrantes ojos azules y que parecía de unos treinta años; al lado de ella estaba un hombre bastante moreno que parecía de la misma edad que la mujer que tenía al lado; junto al hombre estaba una mujer muy blanca de cabello negro y ojos marrón claro; posterior a ella se encontraba una mujer de pelo negro y ojos azul verdoso, que estaba justo de lado izquierdo de Elizabeth.

-¿Guardianes?- respondió al fin- ¿quieres decir como súper héroes o algo así?-

-Sí, algo  así excepto por el hecho de que no hacen obras públicas, y tú también eres una guardiana-

-Perdona si me cuesta un poco creerlo pero podrías mostrarme eso de la bola de fuego-

-¿Qué?-

-Me pareció ver antes de desmayarme que le lanzaste una bola de fuego al monstruo ese, como en las películas-

-Ah sí ya se, está bien-

Verlo en persona era mejor que verlo en sueños y ella había soñado con aquello tantas veces, que podía notar la diferencia claramente. Tenía un trillón de preguntas que hacer pero no sabía por dónde empezar, aunque no estaba totalmente segura de que si hubiese sabido cual duda aclarar primero, lograría formular una pregunta concreta. Y como ella no decía nada sino que se dedicaba a mirarlo, Jonathan decidió romper ese incomodo silencio.

-Bien, este que está a mi lado es Mathew Stewart, de Inglaterra. Dimitri Davidovich, de Rusia. Fleur la Fontaigne, de Francia. Ling Fa, de China. Las gemelas: Jazmín Alabad, de Irán y Judith Sharóm, de Israel. Indira Suresh, de la India. Artemisa de Mileto, de Grecia. Omar Sunamed, de Egipto. Fátima D’Acaires, de Portugal. Y a tu lado izquierdo, Nina D’Alessandro, de Italia.-   

Con cada nombre Elizabeth estrechaba una mano diferente y al final termino un poco confundida aunque esto le dio tiempo para aclarar sus pensamientos y saber qué preguntar:

-Yo quiero, este, saber ¿Cómo saben que yo soy una de ustedes? Es mas ¿Cómo saben que tengo magia?-

-Yo les dije lo que paso en mi casa, ¿no te acuerdas? Gritaste que no y entonces los orcos salieron volando- dijo Jonathan.

-Sí pero yo no lo hice ¿o sí? Yo, yo solo pensé que te iban a matar y me asuste y después sentí rabia, yo, yo no pude haberlo hecho es que ¿Cómo lo hice?-

-Se llama magia accidental,- dijo Artemisa- ocurre cuando se atraviesa por situaciones de alta tensión, y sabemos que tú eres una guardiana porque existe una efectiva poción que bien hecha sirve para demostrar que clase de poderes posee la gente así los guías son criados como tal desde pequeños-

-Necesitamos sabeg que paso en la casa de Jonathan, ¿no guecuegdas nada que nos diga que buscaban?- dijo Fleur

-No sé  para qué preguntan, los orcos trabajan para Vegalit y ellos siempre atacan mi casa cuando llevo chicas, lo hace para asustarlas y que no me vuelvan a hablar- dijo Jonathan

-Yo creo que buscaban mi collar.- lo contradijo Elizabeth.

-Miren, es el collar de Drahasir, no lo puedo creer – dijo Indira- yo siempre pensé que era un mito.-

-¿Mi collar es mágico?- pregunto Elizabeth emocionada.

-Si por supuesto, es una leyenda de las más antiguas en el mundo mágico de Inglaterra, todos suponen que no es verdad, que es solo folklore, pero últimamente todo aquello que yo creía que era mentira resulta que es verdad- dijo Mathew.

-La leyenda dice que el collar le da a su poseedor poderes especiales, dependiendo de los fines que tú le quieras dar puede darte poder para transformarte en hada, sirena o dragón, o también puede darte el poder de gobernar a los seres mágicos a tu conveniencia, es por eso que este collar ha sido muy buscado a lo largo de los años, hasta que se llegó a la inevitable conclusión de que no existía, ¿cómo lo conseguiste?- dijo Artemisa en su típico tono sabio, profundo y tranquilo.

-Yo se lo regale- respondió ansioso Jonathan.

-¿Y dónde lo conseguiste?- preguntó intrigada Fleur.

-Es una historia muy larga- dijo Jonathan en un susurro con el tono que solía emplear cuando estaba apenado.

-No importa, es extraño que si Vegalit buscaba el collar hubiese intentado conseguirlo de manera tan improvisada, tal vez buscaba algo más.-Dijo Artemisa para meterse en el centro del problema.

-¿No se te ocule otla cosa que pueda habel estado buscando?- preguntó Ling

-No pero ¿quién es esa Vegalit de la que tanto hablan? ¿Es una villana o algo así?- Preguntó una vez más Elizabeth.

-No que va, ella es una guardiana también, pero ha sufrido mucho y le echa la culpa de sus problemas a los no mágicos, por eso les hace guerra cada vez que puede- dijo Judith con tono casual.

-No seas tan buena con ella que nos ha causado un montón de problemas que no deberíamos tener que resolver- intervino Fátima para después dirigirse a Elizabeth- Ella se la pasa atacando a los no mágicos, es su pasatiempo, los odia, y como nosotros siempre nos interponemos en su camino, nos odia también-

-Sí, nuestro deber es proteger a los seres mágicos, somos como la policía del mundo mágico, algo así como la ONU pero más informal, pero gracias a Vegalit tenemos que andar protegiendo también a los no mágicos de ella- dijo Nina.

-Hablan como si no fueran merecedores de su protección- dijo Elizabeth.

-Si lo son, pegdonalas, ellas simplemente son como niñas que acaban de empesag la secundaguia, y que cgeen que son mejogues que los de pgimaguia- Dijo Fleur en tono reprobador.

-De todos modos ese collarr es muy imporrtante y si alguien te ve con el segurramente intentarra quitarrtelo, no puede estarr en manos equivocadas si la leyenda es cierrta, tal vez lo mejorr serria que lo guarrdes aquí en la isla- dijo Dimitri.

-Yo no estoy de acuerdo, no hay muchos que conozcan esta leyenda y ni nosotros mismos podemos asegurar que es el verdadero, podría ser una copia o algo así, me parece que es mejor que ella se lo quede, pero no lo estés exhibiendo ¿ok?- dijo Artemisa.

 -Si señora- Respondió Elizabeth.

-No me llames Señora, eres una de nosotros y todos los que estamos aquí somos tus amigos, llámame Artemisa. Tal vez lo mejor será que te la lleves ya Jonathan, en su casa la deben estar esperando -

-Está bien-Respondió Jonathan.

Salieron de la torre y Elizabeth quedo sorprendida al descubrir lo que había afuera. Era una hermosa isla con toda clase de plantas y animales, y solo podía identificar la mitad de todo lo que veía, algunos eran mágicos, otros simples pajaritos o insectos, habían otros que no sabía exactamente que eran.

-¿Quieres volar?- Le pregunto Jonathan.

-¿Qué?- dijo Elizabeth confundida- eh John ¿Dónde estamos realmente?-

-Bueno los guardianes la llaman la isla voladora.- Respondió Jonathan sonriendo.

-¡La isla voladora! ¡¿Es que realmente está volando?! ¡Quieres decir que es una isla en el aire!-

-Sí, ¿sorprendida?-

-¿Para qué preguntas? Por supuesto que lo estoy, ¿dijiste algo sobre volar? Porque me encantaría dar un paseo por la isla y si es volando mejor.-

-Tus deseos son órdenes.-

¡Vaya maravilla!, la isla realmente estaba suspendida en el aire, y esa era nada más que la maravilla superficial de la isla, había en ella todo tipo de vegetación, ríos montañas, volcanes, lagos tan grandes como mares, praderas donde el viento era demasiado fuerte, campos de flores, arenales, pequeños desiertos, montañas nevadas, valles nevados, cataratas, bosques pequeños, bosques altos, y juraba que una vez vio por el horizonte algo grande volando que estaba segura de que se trataba de un dragón.

-¿Estas lista para volver a tu casa?-

-La verdad es que desearía no tener que irme nunca, este lugar es maravilloso pero no quiero tener problemas, así que creo que lo mejor es que nos vayamos pronto-

Era extraño como se sentía volar de esa forma, el vértigo era algo persistente pero que no estaba dispuesta a escuchar, para tratar de distraerse comenzó a pensar en lo que había pasado en la torre. Era difícil asimilarlo, cómo un pequeño hecho podía cambiarte completamente la vida, ahora veía su futuro muy diferente, todo lo que ella siempre había soñado estaba más cerca de lo que había estado nunca, tan cerca que ahora era su realidad, se imaginaba siendo como esos súper héroes salvando siempre al mundo, acabando con enemigos demasiado poderosos como para siquiera imaginar oponérseles, y aun así ganarles, con Jonathan a su lado como ella siempre había querido, y con el resto de los guardianes.
Vaya título, guardiana de los seres mágicos, y Jonathan un guardián de los seres mágicos también, que día tan maravilloso, pero tenía que aprender a controlar su magia, quería ser la mejor, quería nivelarse con los otros lo más rápido posible, y para lograrlo debía practicar muy duro, pero cómo podría practicar tanto como deseaba si su mama apenas la dejaba salir, debía hablar de eso con Jonathan, y ¿Por qué esperar?

-John, necesito aprender a usar mi magia ¿Cuándo podemos empezar?-

-No lo sé Lisy, recuerda quien es tu mama y lo mejor es que ella no sepa sobre lo que paso hoy, ¿qué tal si venimos una vez por semana?-

-Pero yo quiero aprender rápido, quiero ser una guardiana tan buena como tú-

-Primero, tu eres la guardiana, yo soy tu guía, te enseñare a usar tu magia y a cuadrar en el mundo mágico, cuando hallas aprendido todo solo seré tu consejero; segundo, pensaste que no iba a poder con los orcos, ¿de verdad quieres ser como alguien que da la impresión de no saber lo que está haciendo?-

-Tú si parecías saber lo que hacías, yo era la que no sabía lo que hacías, te movías genial, yo no sé pelear, y cuando te quitaron la espada pensé que sería tu fin, que iba a saber yo que tu podías hacer con ellos una fogata-

Jonathan rió, como siempre que ella hablaba así, le hacía gracia y al mismo tiempo era un afrodisíaco muy estimulante. Ellos tenían algo que no muchos de su edad podían darse el lujo de tener, se querían demasiado aunque eran apenas adolescentes, y no solo era amor lo que había entre ellos, eran cómplices en todo, lo notabas en la forma en que se miraban, en cómo se besaban, no era solo amor, era una tierna pero intensa, irrefrenable y loca pasión, se amaban completamente, se deseaban de manera secreta entre ellos pero obvia para cualquiera que los viera, se celaban y se protegían entre sí, se apoyaban y se ayudaban en todo, eran tan románticos y a la vez tan apasionados que no parecían una pareja de adolescentes.

Cuando llegaron a la casa de Jonathan, Elizabeth no estaba segura de lo que sentía, tan emocionada, tan alterada, tan sorprendida, no podía creer que su vida iba a ser como siempre lo había soñado, en cierto modo se sentía asustada por eso, es que era demasiado bueno para ser verdad. Se despidió de su novio y de la mama de su novio y tomo una camioneta para regresar a su casa.
Aun cuando llego a su casa, todavía se sentía así, taciturna, deseaba dormir, para soñar con cómo sería su vida de ahora en adelante, y aunque volaba en una nube de felicidad, cayo de golpe a la tierra cuando tuvo una discusión con su mama por la hora a la que había llegado a su casa, como siempre, sentía que su mama era la única que tenía el poder de arruinarle los momentos en que mejor se sentía. Se fue a su cama llorando molesta, detestando tener que rendir cuentas de sus actos todo el tiempo, pero se logró calmar recordando lo que había vivido en la tarde y comenzando a soñar con cómo sería su vida de ahora en adelante.
Así se durmió con una sonrisa como no había tenido en su vida, después de tanto soñar, de tanto esperar, allí estaba la guardiana de los seres mágicos, tratando de tener una visión del futuro a través de su imaginación. 


Por: Nataly Torrealba Vidal

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