La ninfa y el príncipe
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eme aquí. Dicen que uno ve correr la vida ante sus ojos al
momento de morir, y aquí estoy yo, con una soga atada al cuello, esperando a
que llegue mi fin. Aun así, no fue el espectro de mi muerte lo que me hizo
revivir mis memorias, sino unos hermosos ojos negros que vi entre la maleza,
justo antes de que algo pasara volando por encima de mi cabeza y cortara la
cuerda con la que pensaban ahorcarme. De alguna forma, yo sabía que eran los
mismos ojos que me habían mirado con intensidad tantas otras veces hace tiempo,
aunque algo parecía diferente en ellos. Sin embargo, no fueron las memorias de
mi vida las que reviví.
Era
mi padre el monarca de un reino prospero hace miles de años. Era difícil
mantener la paz en un reino como aquel, pues estaba constituido por razas muy
diferentes: estaba la comunidad mágica por un lado, que abarcaba desde magos
hasta sirenas, vampiros y dragones; por el otro estaban los no mágicos, los
humanos, animales y plantas eran considerados de esta clase. Las dos
comunidades estaban mezcladas pero se repudiaban entre sí. Los magos pensaban
que los no mágicos eran inferiores, mientras que los últimos temían y
envidiaban los poderes de los otros, había otros más tolerantes pertenecientes
a las dos clases que no distinguían diferencias entre ellos. A pesar de todo
esto, mi padre era un gran rey y lograba mantener el orden y la armonía en el
lugar.
Pero
eso fue antes de que llegara la muerte al castillo. Tendría yo unos cinco años
o tal vez menos, cuando mi madre se fue del castillo, dijo que volvería en poco
tiempo y que cuando lo hiciera me llevaría a conocer la playa. Pero ese día
nunca llegó y lo último que supe de mi madre fue que en algún momento de su
viaje había sido atacada por un vampiro.
Mi
padre nunca volvió a ser el mismo y mandó a que los seres mágicos fueran
cazados por ser herejías y monstruos incontrolables.
En
medio de todo esto, había una pequeña niña de ojos azules como el agua de mar,
que vivía en una modesta casita hecha de agua y viento. Siendo la única niña y
la menor de la pequeña familia, había crecido como una princesita inocente,
desconocedora de los sufrimientos de la vida.
Esto
fue en los tiempos de paz, pero luego de que comenzara la cacería de seres
mágicos ella dormía en el interior de un árbol. El hecho es que ella era una
ninfa con poderes sobre las plantas.
No
todos los guardias disfrutaban de esta cacería, la mayoría no lo hacía si podía
evitarlo. Sin embargo había veces que mi padre mandaba a inspeccionar los
bosques en su presencia y entonces no podían evitarlo. En una de esas
inspecciones cayó muerto el padre de la ninfa.
Su
hermano mayor, Dravler, comenzó a rebelarse en contra del régimen y mientras tanto, la ninfa no estaba
interesada en pelear, lloraba por su padre y sentía pena por el triste rey, que
debía estar tan mal en ese castillo, consumiéndose en su propio odio, apenas
viviendo. Así era ella, siempre lograba verle el lado bueno y amable a las
cosas.
Los
dos crecimos, cada uno en su mundo, tan diferentes uno del otro, porque mi odio
y yo crecíamos juntos, jugando a asesinar seres mágicos, y especialmente,
destruir al que mató a mi madre.
Así,
cuando tuve la edad suficiente, me uní a la guardia real y fui mandado a
escoltar a la familia de un general hacia un lugar seguro. No era mi primera
misión pero me tomaron por sorpresa. Íbamos cruzando un camino que creíamos era
seguro, y caímos en una emboscada. Comenzamos a luchar por defendernos pero
eran demasiados, algunos de los nuestros lograron huir, sin embargo muchos
cayeron muertos y yo fui herido por una flecha que quedó insertada en alguna
parte de mi espalda, entonces también me
las ingenié para escapar. Me cambié la ropa pues estaba en territorio enemigo y
no quería ser descubierto, me quedé con la ropa simple que llevaba bajo el
uniforme. Dejé que mi caballo huyera libre y me fui corriendo simplemente,
tratando de alejarme de los guardias de la rebelión lo más que pudiera. Usé
todo mi esfuerzo pero todo se me volvía borroso, entonces sin previo aviso me
caí al suelo, inconsciente.
Cuando
abrí los ojos la visión de la máxima expresión de belleza apareció frente a mí.
Aquellos grandes, achinados, vivos y tiernos ojos azul agua estaban mirándome
con curiosidad; su piel tan blanca le daba la apariencia mística de una diosa;
su cabello contrastaba con su piel, era del color del carbón, largo y ondulado;
su graciosa sonrisa pícara de niña pequeña, combinaba de forma extraña con sus
ojos que revelaban la pureza de su alma y el poder, la dualidad y la oscuridad
misma que existía en ella; sus labios carnosos, sensuales, tiernos y seductores
como toda ella.
-Por
fin despiertas, pensé que estabas muerto pero me di cuenta de que respirabas
¿Qué te ha pasado? Te desmayaste en un lugar peligroso, estaba a punto de
estallar una guerra cerca de donde caíste ¿sabes?-
- ¿Una
guerra? ¿Pero cómo? ¿Por qué?-
-
Emboscaron una escolta del rey, pero algunos se escaparon y vinieron con
refuerzos, tú estabas casi en medio de la batalla, te rescaté por los pelos,
¿Cómo estás?-
- Bien, no fue nada, ¿no sabes cómo ha
terminado?-
-¿Cómo?
¿Querías que me quedara preguntar? Tenía que llevarnos a un lugar seguro o ¿hubieses
preferido quedarte allí?-
-No,
no, claro que no, es solo que…olvídalo, em, ¿Por qué no me dices quién eres?-
-Puedes
llamarme Drelia, ¿y tú, cómo te llamas?-
-Wesbur,
para servirte ¿en dónde estamos?-
-Es
una cueva que estaba un poco cerca del lugar donde caíste, está bastante
escondida por eso me pareció segura, no te dejaré que salgas de aquí hasta que
estés mejor con esa herida, por cierto ¿Cómo te la hiciste?-
Por
alguna razón pensé que era lo mejor mentir, no me gustaba como sonaba esa
pregunta.
-No
lo sé, yo estaba cabalgando tranquilamente y de pronto una flecha me dio en la
espalda, supongo que fue alguna saeta mal apuntada-
-
¡Ay pobre hombre!, no te preocupes yo te cuidaré, pero deberás quedarte aquí
escondido si no quieres tener problemas-
Siempre
era así, tan tierna que era incapaz de matar una mosca, tan fresca, tan
indefensa, tan niña y a la vez tan mujer.
Los
días pasaron y nosotros nos volvimos muy íntimos, me estaba dando cuenta poco a
poco que ella sería alguien muy especial en mi vida, los primeros días no me
dejaba ni pararme, después de una semana ya tenía permiso para sentarme, luego
me paraba por momentos para acostumbrarme. La verdad es que yo estaba realmente
débil y de no ser por sus cuidados seguramente habría muerto.
Un
día ella salió a buscar comida y regresó con la carita pálida y sudorosa,
temblando de pies a cabeza.
-¿Qué te pasó?- le pregunté yo preocupado.
-U….una
batalla, ca….casi me…me… una flecha… paso ro…rozándome la cabeza- dijo ella y
rompió en lágrimas.
Yo
corrí hacia ella y la abrasé, por primera vez en mi vida deseé que no hubiera
guerra, y odié con especial intensidad a los causantes de esa guerra, todos los
cochinos seres mágicos, ahora tenían otra razón para dejar de existir, por su
culpa la pequeña Drelia casi muere.
Entonces
me di cuenta, pasé todo el día dándole vueltas al asunto, ¿Por qué me importaba
tanto si ella vivía o moría? Yo era un tipo fuerte, y ya estaba casi bien,
podría arreglármelas perfectamente con o sin ella ¿y porque me sentí así al
abrazarla? Era solo una chica más, no había razón para que me sintiera tan
incontrolablemente emocionado por simplemente abrazarla, quería protegerla,
quería quedarme abrazándola por siempre, quería besarla y es que el simple
hecho de abrazarla me cambio por completo, me di cuenta, estaba
irremediablemente enamorado de ella.
No
pude aguantar mucho tiempo con ese sentimiento, y al día siguiente mientras
comíamos ella me quitó un poco de pan. Yo la perseguí por toda la cueva y la
abrasé por la espalda, entonces ella riendo dijo que se rendía, que refrescante
y fortificante era su risa escandalosa y aguda. Yo no sé por qué no la solté
cuando me dijo que se rendía sino que le dije susurrándole al oído que la
amaba, solo sé que cuando lo dije, era demasiado tarde para lamentarlo. Ella no
me respondió, lo único que hizo fue darse vuelta entre mis brazos y estamparme
un beso en la boca. Uno esperaría de alguien tan tierno y angelical como ella
un beso igual de tierno, sin embargo fue algo completamente diferente,
maravilloso, y sorprendente, tan apasionado, tan fuerte, y a la vez tan dulce,
tan sublime.
La
maravilla de un soñado cuento de hadas, podrían pensar, pero no todo en esta
vida es color de rosa, y lo bueno tarde o temprano tiene que acabar, aun si uno
no lo quiere así.
Nos
quedamos hablando después de ese beso sanador, hablamos de todo lo que habíamos
pasado juntos, todas las cosas que no habíamos dicho antes las dijimos en ese
momento, es de suponer que como apenas nos estábamos conociendo no había mucho
de qué hablar, pero nosotros ya llevábamos una hora y media hablando de lo
mismo aproximadamente, y hubiéramos seguido de no ser porque en ese momento
llegaron los rebeldes a la cueva y nos llevaron a otro lugar.
Recuerdo
claramente la voz de la ninfa suplicando por mi vida justo antes de que yo me
volteara para ver con quién estaba hablando y recibí un fuerte golpe en la
parte de atrás de mi cabeza que me dejó inconsciente.
Yo
estaba atado de rodillas a un palo que se incrustaba verticalmente en el medio
de mi espalda, hice un vano intento de estirar las piernas pero me di cuenta de
que también estaban atadas al madero. Y a pesar de mi nada ortopédica posición
yo no hacía más que preocuparme por la ninfa.
¿Qué
le podrían estar haciendo a la delicada Drelia?, debía de estar nerviosa y
temblorosa como la vez que casi la mata una flecha, si algo le pasaba sería mi
culpa, ella no estaba para encontrarse en medio de una guerra, ella era muy dulce
incluso para sostener un arma, tenía que encontrar la forma de escapar y
salvarla, ella no merecía pasar penurias simplemente por tenderle la mano a un
pobre hombre moribundo, ella ni siquiera sabía que había ayudado al príncipe en
persona.
En
eso entró un hombre alto y fornido con la tez como la nieve y los ojos de un
color gris intenso, tenían la cara descompuesta por la ira y daba pasos fuertes
hacia mí mientras me decía:
-Con
que tenemos al príncipe en persona entre nosotros, bendita sea la suerte que
tengo, a ver hijo de reyes ¿tienes la menor idea de quién soy yo?-dijo él con
desdén.
-No,
no lo sé- respondí yo desafiante.
-Por
supuesto, yo no nací en cuna de oro, pero no te envidio ¿sabes?, mi vida era
feliz y amena hasta que tú y tu padre me la desgraciaron, yo soy Dravler
capitán de la rebelión, que no se te olvide ese nombre porque lo vas a oír
mucho en el futuro ¿y sabes acaso quien era la mujer con la que compartías
risas cuando llegamos?- preguntó el capitán con tono amenazador.
Pero
yo decidí mentir, no quería meter a la ninfa en mayores problemas de los que ya
se encontraba.
-No
lo sé-respondí nuevamente.
-Su
nombre es Drelia y es mi hermana, tus soldados mataron a nuestro padre- dijo
lentamente enfatizando su ira con cada palabra, luego se me acercó de forma que
solo veía sus ojos y me dijo en un susurro- ella es una ninfa, es una de los
cochinos seres mágicos que tanto odias, ¿Qué dices a eso?-
-No
tengo porque creerte, si quieres matarme déjate de estupideces y hazlo de una
vez…- yo comenzaba a enfadarme también, ¿cómo se atrevía a juzgar a la pobre
Drelia de ser como ellos?, sin embargo el capitán no me dejo terminar y con la
fuerza de su puño azotó mi cara mientras decía.
-Tú
no estás en posición de insultar a nadie…- él hablaba alto y con rabia pero yo
también subí la voz y me hice escuchar.
-No
insultes tu a Drelia, ella no merece pasar por esto, déjala libre y te daré lo
que quieras, tu guerra es conmigo-
-¿Insultar?,
es tu guerra no mía porque tú fuiste quien la inició.- había estado hablando en
cuclillas frente a mí pero en ese momento se paró y comenzó a dar vueltas de un
lado para otro, cuando de pronto dijo- Es una gran actriz ¿verdad?-
-¿Quién?-
-Mi
madre y yo le dijimos que no lo hiciera pero con ella no hay quien pueda, como
no le permití entrar a la rebelión porque era muy peligroso, ella dijo que
sería espía, mi madre y yo tratamos de impedirlo pero no hubo forma, ella nos
dijo que estaba pasando una escolta real por el camino de las colinas, ella
organizó la emboscada, y ella misma fue la que te hirió, lo hizo sin mi consentimiento,
pero lo hizo, atrapó nada menos que al príncipe Wesbur para nosotros y sabemos
muy bien que el rey moriría por recuperarte sano y salvo. Tú pudiste haberla
descubierto y matarla o por lo menos huir, pero ella es astuta e inteligente
como una serpiente venenosa, una gran actriz ¿no crees?-
-Ella
no haría eso,- yo no podía creer que Drelia, de apariencia dulce, inocente,
inofensiva, delicada e incluso frágil sería capaz de toda esa blasfemia sobre
traición de la que hablaba el capitán; sin saber por qué, de pronto me sentí exasperado
y asustado, y como el capitán no hacía más que afirmar con la cabeza, mi
desesperación crecía sin control, hasta que al final no lo pude soportar más y
grité con todas las fuerzas de mis pulmones- ¡Ya es suficiente cochino monstruo,
esa no es Drelia!-
El
capitán sonreía y yo tenía el irrevocable sentimiento de que había entrado a su
juego fácilmente. Apenas yo terminé de gritar él se puso a gritar también.
-¡Por
supuesto que lo es desgraciado hijo de perra, y si no me crees déjame decirte
que ella ha estado en la entrada de la tienda todo el tiempo que hemos hablado,
es más, entra Drelia, dile la verdad!-
Entonces
Drelia entró con los ojos apagados e hinchados, era obvio que había estado
llorando desconsoladamente, se veía tan desgraciada con la mirada agachas y aun
gimoteando. Yo por mi parte también sentía que estaba al borde del llanto, aunque
todavía no entendía claramente porqué.
-¿Es
cierto lo que está diciendo este hombre Drelia? ¿Eres tu realmente…?- pero no
pude terminar la pregunta porque la respuesta de la ninfa no se hizo esperar.
-Si
lo soy Wes,- respondió ella desafiante- lamento decepcionarte pero es cierto.
Yo
no podía creer que aquella boca fuera la que acababa de pronunciar esas
palabras, tan dulce y tan sensual y acababa de acusarse de crímenes de los que
jamás la habría creído capaz, el cochino juego de la seducción, el engaño y la
persuasión, solo eso había sido, aquel beso y sus cuidados, nada más que
mentiras, ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía ella ser así? ¿Cómo podía yo todavía
creer en su pureza y sinceridad? ¿Cómo era posible que me dejara engañar por
ella?
Mientras
mi mente divagaba entre esos horribles pensamientos, el capitán se llevó a la
ninfa burlándose de mí fríamente y su risa resonó en mi interior, porque ella
me había humillado y yo había quedado como un tonto iluso, peor, por ella había
sido un tonto iluso y todavía no podía creerlo.
Los
días siguientes fueron los más fríos y más confusos de toda mi vida, incluso de
la vida en la que estaban a punto de ahorcarme; durante dos semanas me
mantuvieron cautivo, amarrado a esa estaca y comiendo como animal, pero nada de
eso me importaba, incluso, si hubiese estado en una situación de vida o muerte,
no hubiese hecho el más mínimo esfuerzo por salvarme, simplemente ya nada
importaba, supongo que es lo que pasa cuando el corazón inexperto sufre una
decepción en su primer intento de amar sinceramente.
No
volví a saber nada de la ninfa mientras estuve cautivo, solo sé que una noche
de cielo despejado pero sin luna, llegaron guardias de mi padre sin previo
aviso y sin ser descubiertos por los rebeldes, me liberaron de las cuerdas que
me ataban, y me ayudaron a escapar.
Cuando
llegué al castillo le conté a mi padre mis penurias, lo que me había pasado,
desde esa mañana que salí para escoltar a la familia del general Croshuas a un
refugio seguro, hasta el medio día en que regrese al castillo; mi padre siempre
fue un buen oyente y un gran consejero, era el mejor amigo que poseía en esa
vida, él me dijo que es normal caer en el hechizo de una mujer y es más fácil
aún si esa mujer es una de esas “monstruosas herejías” como solía él llamar a
los seres mágicos.
Pero
esa afirmación solo me hizo sentir más tonto y más dolido, yo no era cualquier
hombre, ¡yo era un príncipe por el amor de Dios!, no cualquier inocente e
ignorante mequetrefe de pueblo, y aun así había caído en su juego, aun así me
engañó de la manera más cruel y descarada de la que se puede engañar a un
hombre, logró la hazaña de robarse mi corazón, el corazón de un príncipe, de un
hijo de reyes, de un hombre verdadero y no de cualquier fenómeno que se llama
mágico así mismo para justificar el hecho de que es un monstruo.
Así
pasé mis días, atormentándome con la idea de que una mujer me había engañado,
una bruja me había herido y hechizado para que su imagen se instalara en mi
cerebro por siempre, y a pesar de que me había estafado como a un estúpido, la
deseaba desesperadamente cada día más.
Un
día descaradamente soleado, entré a mi cuarto luego de
haber peleado con mi padre por mi
actuación del último mes después de lo que me pasó con la ninfa, me lancé en la
cama expidiendo rabia por los poros, hacia un mes que lo odiaba todo, de hecho
difícilmente reía, nada me importaba y todo me molestaba.
Y
allí estaba yo, acostado en mi cama, peleando con mis recién nacidos demonios
internos, pero que para un adolescente son inmensamente insoportables, entonces
escuché en mi balcón un crujido y un pequeño chillido de dolor, caminé con
curiosidad hacia donde había oído todo y cuando abrí la cortina sentí una
explosión de emociones que se agolparon en tropel en mi corazón, de todas me
parece que la más fuerte fue la excitación de tenerla parada en mi balcón, de
verla después de tanto desearla, con su cabello oscuro, sus brillantes ojos
azul verdoso y su nerviosa sonrisa, ahí estaba la ninfa, y después de pasarme
el tiempo empeñado en odiarla por haberme engañado, yo solo podía sentir una
indescriptible felicidad de volver a verla.
-
¡Drelia! ¿Estás bien?- le pregunté yo un poco nervioso.
-Si
perfectamente, este ¿y tú?-
-Bien-
respondí simplemente porque no sabía que más decir.
-Yo…,
te extrañe-
-Yo
también te extrañé- olvidé por completo que me había engañado y que debía
odiarla por eso, en cambio, no podía evitar ser sincero con ella.
-Dravler
me dijo lo que te había dicho, y…, yo vine aquí para decirte que no es verdad.-
-¿Cuál parte, la de que me ocultabas que eras una
ninfa, o la de que me engañabas para conseguir tus cinco minutos de gloria y
vengar a tu padre?- estaba hablando con el tono más hiriente al que alcanzaba
mi voz, tal vez si ella no hubiese mencionado el pasado a mí se me hubiera
olvidado y entonces la habría besado, quien sabe lo que hubiese sido si ella no
hubiera mencionado el tema de su traición, para mí era como si estuviera
restregándome en la cara lo que me había hecho.
-Yo
si soy una ninfa, y no me avergüenzo de serlo,- dijo ella con vehemencia- pero
no te traicioné, mi hermano te odia, y no soportaría que yo estuviese enamorada
del hijo del hombre que mandó a matar a nuestro padre, el piensa que es un
insulto a su memoria, a mí no me gusta la guerra y nunca he estado de acuerdo
con que Dravler participe de ella, créeme por favor te estoy diciendo la
verdad, lo único que yo escuché de su conversación fue tu grito de que yo no
era así.-
-¿Por
qué habría de creerte? Ya el hecho de que un fenómeno mágico este parado en mi
balcón, es un insulto al castillo de mi
padre y a mi padre mismo, dime ¿cómo hago para creerte?, quisiera volver a
hacerlo y que me volvieras a engañar con otro beso, pero las cosas no son tan
simples, y yo tengo responsabilidades que cumplir.-
-No
te entiendo-
-¿Tu
hermano sabe que estas aquí?-
-No-
-¿Cómo
se yo que tú no estás simplemente buscando una reconciliación para servir de
espía a la rebelión, para decirle a esos fenómenos amigos tuyos cómo es el
movimiento interno del castillo, e incluso cuáles son los planes para cada
batalla?-
-Yo
jamás haría eso Wesbur, yo no sabía que tú eras el príncipe cuando te encontré
tirado en el suelo en medio de la batalla. No eras el primer hombre o ser
mágico que salvaba de una batalla, no eras el primer herido que atendía. Yo fui
la que les dije a los guardias que estaban buscándote para rescatarte dónde
estabas, y los ayudé a entrar en el campamento sin ser descubiertos, y les dije
como salir, a pesar de que pensaba que tú estabas molesto conmigo sólo por lo
que soy, pero después de que a mi hermano se le salió lo que realmente te había
dicho, yo tenía que venir a decirte la verdad, lo se hace una semana pero él no
me hubiese dejado venir así que me escapé, además tenía que venir a advertirte,
ayer lo escuché planeando un asalto al castillo para la próxima semana.-
-Eso
es lo que llaman espionaje-
-Estoy
tratando de convencerte y no quiero que te vuelvan a herir, esta vez podrías no
tener tanta suerte como antes, podrías morir.-
-Yo
estoy muy bien entrenado en el arte de la guerra, tanto o más que tu hermano,
no tienes por qué preocuparte, además ¿Qué te importa a ti si me matan o no?-
Ella
parecía a punto de llorar, bajó la mirada con esa inocente timidez que la
caracterizaba, se retorcía las manos con nerviosismo y miraba el suelo como
buscando fuerzas para decir algo, después pareció decidirse y me dijo
susurrando:
-Cuando
me dijiste que me amabas, te creí, lo sentí, y… también te amé, no me había
dado cuenta de lo que sentía hasta que tú me lo dijiste y entonces me deje
llevar por lo que sentí, por eso me importa…si mueres o no.-
-Las
cosas no son tan simples Drelia.-
-¿Y
porque no pueden serlo?-
-Porque
tú eres una ninfa-
-Eso
no importa nadie tiene porque enterarse de que estamos juntos-
-Pero
yo todavía no puedo creerte-
-¿Por
qué no? ¿Es porque soy una ninfa?-
-Si
Drelia, eres una ninfa y eso sería traición, estaría traicionando a mi propio
padre, yo no puedo soportar el hecho de que seas un ser mágico, no podría estar
contigo por más que quisiera, todos ustedes son unos mentirosos y asesinos por
naturaleza-
-Tu
padre asesinó al mío Wes y yo no digo que todos los humanos son asesinos, ni
siquiera culpo a tu padre porque sé que fue un ser mágico el que mató a tu
madre, pero no todos somos malos, y yo nunca sería capaz de engañar a alguien
para conseguir algo o matar.-
Entonces
me le acerqué y me sumergí en sus ojos; en ese momento pasó algo mágico pues la
vi como lo que realmente era, vi su ser y su espíritu y pude darme cuenta de lo
que ella era capaz de hacer, después de eso la amé con más fuerza que antes
porque supe quién era, pero yo era demasiado inexperto como para saber qué hacer
con esa información o darle el significado correcto, por eso mal interpreté lo
que vi en sus ojos, porque ellos me dijeron que la ninfa era capaz de hacer
cosas más terribles que simplemente engañar para conseguir algo, más terribles
incluso que matar, pero lo que yo no entendí en ese momento fue lo que era
obvio, que ella podía hacer todo eso solo por mí, no contra mí.
Como
no entendí esto último me molesté inmensamente con ella porque casi le vuelvo a
creer otra mentira, casi vuelvo a creer en su pureza, la amaba y la odiaba al
mismo tiempo y esa mezcla de sentimientos me volvió loco por un instante,
obligándome a dejar de actuar por la razón y comenzar a actuar por instinto.
La
besé como nunca antes la había besado hasta ese momento, la abrasé con fuerza y
le devore la boca con tanta desesperación que casi no podía sostenerme sobre
mis pies, y lo más maravilloso fue que la ninfa también me respondió con el
mismo ímpetu con el que yo la estaba besando. No sé por cuánto tiempo
permanecimos así uno dentro del otro, entregados a lo que sentíamos, solo sé
que cuando dejamos de besarnos me volví a encontrar con sus ojos y ellos me
dijeron lo mismo que me habían dicho antes de besarla, me entró una vez más la
locura y por instinto le dije:
-Yo
te conozco bien pequeña ninfa, tú y yo sabemos perfectamente que eres capaz de
cosas más graves que simplemente engañar para conseguir algo-
-Pero
yo nunca te engañaría a ti-
Ella
me miraba a los ojos como hipnotizada y yo también me sentía hipnotizado por su
mirada, de pronto volví a olvidar todo lo que había pasado entre nosotros y lo
único que importaba era que ella estaba entre mis brazos y que no quería
dejarla ir nunca.
Entonces,
como un designio del destino, mi padre llamó a la puerta de mi habitación
diciendo que tenía que hablar conmigo, su voz nos trajo de golpe a la realidad
tan cruda y cruel que nos separaba, pues aunque ella nunca me hubiese engañado,
seguía siendo una ninfa, yo seguía siendo el príncipe y mi padre seguía odiando
a los seres mágicos con más intensidad cada día. Yo no tenía tiempo para
pensar, con mi padre llamando a la puerta y la ninfa entre mis brazos, la alejé
de mí con un impulso mientras le decía susurrando:
-Vete
antes que mi padre te vea-
-¿Cuándo
volveré a verte?-
-Nunca,
no quiero ni debo volver a verte jamás-
-Pero
Wes…-
-No
Drelia, esto nació siendo un imposible y mejor que muera antes de que cause más
daño a nosotros mismos o a las personas que amamos-
-Pero
Wes…-
-Ya
vete Drelia, dije que no quiero volver a verte, tu eres una ninfa y yo soy el
príncipe, y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo, hoy te perdonaré la
vida para pagarte la deuda que tengo contigo, vete antes de que cambie de
opinión.- dije yo con rudeza.
La
ninfa me veía anonadada con lágrimas en los ojos, yo sabía el horror y la
tristeza que debía estar sintiendo en ese momento, sabía que le estaba
rompiendo el corazón, pero no tenía otra alternativa, si hacia lo contrario
ella seguiría viniendo y Dios sabe que lo deseaba con toda mi alma, pero
entonces su vida hubiera estado en peligro y eso nunca lo hubiera permitido.
También se me ocurrió huir con ella a donde nadie nos conociera y olvidarnos
del mundo y sus guerras, pero siendo yo el príncipe, tenía deberes para con mi
padre y con mi pueblo, que no podía ignorar.
Allí
estaba ella tan diminuta como siempre, pero que inmensa y poderosa se veía
cuando tomaba una decisión y se resolvía a llevarla a cabo. Se me acercó con
fuerza y rapidez, posó su mano derecha en mi mejilla y se quedó un momento
mirándome a los ojos.
-¿Tú
me amas?- preguntó la ninfa luego de unos segundos.
-No.-
respondí yo, haciendo un vano intento por esconder la verdad de aquellos
hermosos ojos que examinaban los míos.
-Mentiroso-
respondió ella esbozando una sonrisa.
-Te
acabo de decir que no quiero volver a verte nunca, ¿no es eso suficiente para
ti?, ¿o es que prefieres que te convenza de algo por lo que estarás sufriendo
el resto de tu vida?- le dije yo agarrándola fuerte por los brazos y mirándola
a los ojos.
-Quiero
que me digas la verdad- respondió ella simplemente.
-La
verdad es que no quiero volver a verte nunca, ¿me entiendes?, nunca- le dije
mirándola a los ojos, luego la solté y
camine hacia la puerta con decisión- más te vale que cuando regrese no te
encuentre aquí, porque de lo contrario se me va a olvidar lo que hiciste por mi
hace un mes, y llamaré a los guardias para que hagan contigo lo que hacen con
el resto de los tu clase- dije yo con desprecio y cerré la puerta con un golpe
sordo que inundo el pasillo que estaba frente a mi habitación.
Es
muy doloroso amar tanto a alguien y no poder compartir con ese alguien todo lo
que quisieras, y es más doloroso aun cuando sabes que es por tu decisión que no
puedes estar con quien amas, yo no sé exactamente porque elegí serle fiel a los
ideales de mi padre en vez de quedarme con la mujer de mis sueños, tal vez era
que en el fondo compartía esa errática forma de pensar con mi padre, después de
todo, yo no había visto nada diferente desde que tenía cinco años,
prácticamente me había criado con esos pensamientos de odio y violencia hacia
los seres mágicos.
O
tal vez acaso fue porque yo sabía que aún tenía una batalla personal por
librar, un viaje que me prometí a mí mismo desde los cinco años y que aún no
había emprendido, tenía que descubrir todo sobre la muerte de mi madre, pues
ese asesinato había quedado impune, y yo estaba sediento de justicia y
venganza. En el momento, estaba muy confundido como para darle mi lealtad a
nadie, ni siquiera a mi padre, en el fondo nunca me había parecido justa esa
forma de pensar hacia los seres mágicos, ni los culpaba por la muerte de mi
madre, y ahora para colmo, me enamoraba de una diosa capaz de descalabrar mi
forma de pensar, y destruir el veneno que había introducido mi padre en mi por
más de trece años.
Necesitaba
tiempo para pensar y aclarar mi mente, por eso elegí alejarme de todo lo que
más amaba en este mundo, en ese momento tomé la decisión más importante de mi
vida como el príncipe Wesbur, no estaría ni de lado de mi padre ni de lado de
la ninfa, escucharía sola y únicamente a mi corazón para que él me guiara en la
búsqueda de mi destino, en ese momento tomé las riendas de mi vida y me
convertí en un hombre.
Me
quedé unos segundos pegado a la puerta para poder escuchar a la ninfa cuando se
iba y poderle decir adiós con un susurro de mi corazón, recuerdo que la escuche
caminando hacia la puerta y me asusté, pero entonces oí un golpe sordo en lo
que sonaba como la madera de los postes de mi cama, luego, la ninfa sollozó
unos segundos para después salir corriendo hacia el balcón.
Yo
no sé qué fue lo que pensé en ese momento, solo sé que sentía que mi corazón
estallaría y cuando ya no pude soportarlo más, abrí la puerta de un impulso
para pedirle perdón a la ninfa por todo lo que le había dicho, pero era
demasiado tarde y ya no se encontraba en mi habitación. Lo último que pude ver
de ella fue su figura infantil sentada en el tronco de un árbol que parecía
volverse más pequeño con cada segundo que pasaba, supuse que de esa forma había
logrado subir a mi habitación, usando sus trucos, y me moleste con ella por
eso, pero no en ese momento, ya que entonces solo podía pensar que parecía un
ángel desdichado porque lo habían expulsado del paraíso.
Sentí
unas ganas locas de gritar su nombre y rogarle que no se fuera, pero mis labios
habían quedado sellados por su belleza y mi voz se había enredado en mi
garganta, así, enmudecido como estaba, solo pude observarla marcharse corriendo
de los terrenos del castillo hacia un bosque cercano, en un momento se resbaló
y cayó al suelo, luego se levantó con fuerza y siguió corriendo hasta que la
perdí de vista.
Al
momento no lo entendí, me sentí como débil pero esperanzado, como cuando te
estás recuperando de una mala gripe, de alguna forma yo sabía que la volvería a
ver, o tal vez simplemente presentía que lo haría, o quizás solo deseaba que en
algún momento de nuestro futuro, el destino entrecruzara nuestros caminos y nos
volviéramos a encontrar, creo que en el momento no entendía que había una
inminente posibilidad de que no la volviera a ver.
Por Nataly Torrealba Vidal
Dibujo del hombre atado, Leòn Rubbens
Dibujo del hombre atado, Leòn Rubbens
Muy bonito, me gusta mucho como escribes, sigue así.
ResponderEliminarUn besazo
Muy interesante este relato. Enhorabuena,
ResponderEliminarQué lindo cómo escribes, y la temática del relato es muy bonita. Felicidades y a seguir escribiendo, saludos.
ResponderEliminarMenuda artista..fántastico escrito. Felicidadessss y a seguir
ResponderEliminarMuy interesante el capítulo, me he enganchado, besos
ResponderEliminargenial, muy interesante, seguiré leyendo ;)
ResponderEliminarFelicidades. No sabes como os admiro a los que tenéis tanta facilidad en escribir este tipo de relatos. Por cierto muy bueno. Besos
ResponderEliminark guay me ha gustado mucho, besss
ResponderEliminarahora mismono puiedo pararme a leer pero prometo hacerlo esta noche ^^
ResponderEliminarQue bonito , enhorabuena !!
ResponderEliminarQue bonito , enhorabuena !!
ResponderEliminarSin duda, tienes un don. No todo el mundo es capaz de jugar así con las palabras!
ResponderEliminarAprovecha tu capacidad, pulela y que nadie te detenga
ResponderEliminarAprovecha tu capacidad, pulela y que nadie te detenga
ResponderEliminarSe te da bien
ResponderEliminarTienes arte para esto ;)
ResponderEliminarPrecioso, me ha encantado! Sigue así! besos.
ResponderEliminarNo he leído la entrada entera pero lo haré. Me está gustando mucho, escribes muy bien :)
ResponderEliminarMadre mía que bien escribes, besos.
ResponderEliminarCon lo poquito he de confesarte que me llama la atención , me daré un tiempito , por que obras así merecen su espacio , no quiero perder ningún detalle , me lo guardo ^.^
ResponderEliminarTienes un don,no pares nunca,estoy segura que vas a llegar lejos si sigues asi.Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por el apoyo... Me alegro de que de tomaran la molestia de leerlo y de que les gustara...
ResponderEliminarEscribes estupendamente! No dejes de hacerlo nunca. Un besito.
ResponderEliminarEnhorabuena! es muy interesante!
ResponderEliminarCada vez que te leo quedo mas admirada del buen talento. Saludos!
ResponderEliminargenial, esta genial, me gusta como escribes
ResponderEliminarThe world of the duky
que bien se te da escribir <3 !
ResponderEliminarSaludos!